Hoy, con gente reaccionando a música hace 50 años como niños ante su primer regalo de Navidad, a Field Music les esperan unos 30 añitos debajo de la alfombra para recibir la atención que realmente merecen. Este no es ni de lejos su mejor disco; pero ellos sí son con mucho uno de los mejores grupos del milenio: prolíficos, arriesgados y con un estilo a caballo entre la esencia prog de Gentle Giant y la pimpante New Wave de Talking Heads. No seas burro, no esperes 30 años para descubrirlos…
Lo que tiene más difícil un músico no es componer y conseguir que su música le guste a alguien. Es componer, gustar y no perder la seña de identidad que te trajo al mundo pasados los años.
Y es posible que a Field Music les quede poco para tener una crisis en este sentido (también a Radiohead, pero eso es otra historia).
Soy de los que piensan que los músicos que prueban la cereza del éxito gracias a su originalidad lo tienen mucho más difícil que los demás.
Porque la originalidad, autenticidad, o como quieras llamarla, no es más que un sendero que se separa en tres caminos:
- Uno largo y angosto que acaba convirtiendo a sus moradores en zombis: AC/DC, Rolling Stones…
- Otro corto que termina en una enorme tela de araña llena de cadáveres en descomposición (Supergrass, Franz Ferdinand).
- Y un último donde no existen ni el tiempo ni el espacio: Frank Zappa, Peter Hammill, Robert Fripp, Jerry García, Neil Young, Bob Dylan, Eric Clapton, Van Morrison…
Pero, por suerte, Field Music todavía no han puesto un pie en ninguno de ellos.
¿Hacia prados más verdes?
¿Recuerdas al típico grupo de ñus que trata de cruzar un río en busca de pastos mejores?
Pues este disco me los traía a la cabeza todo el tiempo…
El río en cuestión está en Kenia. Y cada año, millones de ñus hambrientos se la juegan cruzando unas aguas plagadas de cocodrilos oportunistas, corrientes imprevisibles, la propia manada entorpeciendo el paso, rocas afiladas invisibles a simple vista y mucha tensión… Terror, más bien.
Una imagen que, por otro lado, es la más elocuente metáfora sobre la vida que existe.
Pues bien, del mismo modo, cada año millones de artistas tratan de cruzar un río muy parecido en busca de mejores posiciones en las listas de éxitos, ventas y acomodo (algunos también lo llaman venderle el alma al demonio).
Y también de la misma manera, son salvajemente devorados, aplastados o arrastrados al lodo.
No todos. Algunos también pasan y viven una vida larga llena de regalos y premios (David Bowie), encuentran el verdadero sentido de su existencia (Scott Walker).o consiguen separar las aguas como Moises cada vez que pasan (Todd Rundgren).
En el caso de Field Music, da la sensación de que estén metiendo la patita dentro del agua para comprobar que no hay nada ahí abajo que les vaya a arrancar la pierna de cuajo.
Música rígida, temerosa, complaciente…
¿Pasamos al otro lado y nos la jugamos o nos quedamos aquí haciendo lo que nos dé la gana?
Una elección que solo se presenta una vez. Justo en el momento en que, en términos objetivos, tus canciones empiezan ya a parecerse mucho las unas a las otras.
No terminan de arrancar porque, de algún modo, todo suena al tañido que hace un sello cuando se estampa encima de un sobre.
¿Cruzarán o no cruzarán el río?
Sinceramente, creo que sí.
Basta con escuchar sus carreras en solitario para darse cuenta de que la marca Field Music es la que paga los caprichos del dúo.
De hecho, es probable que en adelante facturen mejor música en solitario que juntos.
Es solo una especulación; pero aquí van algunas pistas interesantes:
- Es una banda formada por solo dos personas, multiinstrumentistas y hermanos. Todo queda en casa.
- Llevan 20 años en la misma discográfica independiente.
- Su fama se reduce al Reino Unido (Open Here de 2018 fue su disco más popular; nº 3o en los charts) y a giras discretas por EEUU.
- No son tontos. Open Here vendió y ellos han continuado en la línea de ese disco, sin acabar de dar el campanazo, pero con resultados satisfactorios.
- Ahora mismo son el bocado preferido de las discográficas grandes… uno de los árboles frutales más típicos al otro lado del río.
- Parece que es en sus discos solistas donde se encuentran a gusto.
Llámame loco; pero he visto a gente vendiéndole el alma al demonio con bastante menos predisposición que ellos.
Música algebraica
FM son la típica banda para músicos: cerebrales, astutos, enigmáticos… (Me recuerdan a Gomez, no en lo musical, pero si en trayectoria).
Estoy seguro de que si le pegas una patada a la puerta de sus casas, es probable que los pilles copulando con sendas copias del Free Hand de Gentle Giant o del Fear of Music de Talking Heads.
Nada mal por otra parte.
Se inspiran en unas referencias elaboradas y virtuosas que, además, han sabido reconvertir a algo completamente nuevo que estaba aportando mucho oxígeno a la escena musical británica.
Lo único que puede pasar es que acaben, como parece, contrayendo la misma maldición que ellas: ser artistas de culto.
Y esto tampoco es malo, ojo (de hecho sería ideal); solo que nunca pensamos que el músico, en realidad, come de su música. Y cuanto más repercusión tengan, pues más dinerico…
Por otra parte, parece un grupo obsesionado con entregar productos perfectos que, lamentablemente, no pasan de la segunda escucha.
Música muy calculada, algebraica, aritmética, casi exenta de libertad.
Esto es un signo en nuestros días. Todo suena impecable; pero también aburrido, metronómico, encorsetado.
Supongo que, del mismo modo que hoy hay gente reaccionando a los discos que se hicieron hace 50 años con verdadera devoción, los propios músicos entenderán que los fallos y las dinámicas son tan fundamentales como los propios músicos.
Crítica Flat White Moon, Field Music. Resumen
Flat White Moon suena crepuscular y algo falto de ideas.
No es un mal disco en absoluto. Solo que es muy rígido, abunda demasiado en lo que hicieron (mejor) en Open Here y, por momentos, parece que esté hecho por replicantes que han aprendido a vivir entre humanos.
En In this City, por ejemplo, se aprecia el metrónomo de fondo. Un recurso que no ayuda mucho a emocionarse, la verdad.
La recta final es también disfrutable (Meant to be, In visble Days, The Curtained Room); pero, en general, todo suena al tañido que hace un sello cuando se estampa encima de un sobre.
Lo dicho. Dentro de un año, como en un aquelarre, nos volveremos a ver para comprobar si los hermanos Brewis, por fin, han decidido venderle o no el alma al demonio.
¿Quieres escuchar el disco en Spotify?
Recomendaciones
Si todavía no los has escuchado, prueba con estos discos:
- Field Music (Measure (2010).
- Plumb (2012).
- Open Here (2018).